9 Abisay, hijo de Sarvia, dijo al rey: «¿Por qué ha de maldecir
este
perro muerto a mi señor el rey? Voy ahora mismo y le corto la cabeza.»
10 Respondió el rey: «¿Qué tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia?
Deja que maldiga, pues si Yahveh le ha dicho: “Maldice a David” ¿quién le
puede decir: «Por qué haces esto?»
11 Y añadió David a Abisay y a todos sus siervos: «Mirad, mi hijo,
salido de mis entrañas, busca mi muerte, pues ¿cuánto más ahora un
benjaminita? Dejadle que maldiga, pues se lo ha mandado Yahveh.
12 Acaso Yahveh mire mi aflicción y me devuelva Yahveh bien por
las maldiciones de este día.»
13 Y David y sus hombres prosiguieron su camino, mientras Semeí
marchaba por el flanco de la montaña, paralelo a él; iba maldiciendo,
tirando piedras y arrojando polvo.